viernes, 13 de marzo de 2009

Aparecen los toros en Wall Street

@Juan Perea - 13/03/2009 06:00h

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Aparecen los toros en Wall Street

Tranquilícense los pamplonicas. En Wall Street no tienen intención, por ahora, de competir con los sanfermines como modo de salir de sus problemas. El titular se refiere a la aparición de los optimistas/alcistas (‘bulls’ o toros), de la luz al final del túnel, en el centro de las finanzas mundiales según parece indicar la nada tímida portada del último número de la prestigiosa revista Newsweek. En un alarde de optimismo y con un fondo amarillo chillón, el gran gurú de Wall Street, Barton Biggs exclama ¡COMPRAR! y nos exhorta a no creer a los pesimistas/bajistas (‘bears’ u osos en el argot del mercado bursátil norteamericano). Y ello tan sólo unos días después de que en el mismo semanal este legendario estratega de las finanzas expusiera sus razones para el pesimismo.



Biggs se ganó su fama en uno de los bancos de inversión por excelencia, Morgan Stanley, donde dirigió el departamento de estrategia de inversión durante 30 años. En ese tiempo fue nombrado durante cinco años consecutivos (1996 a 2000) el mejor estratega global y diez veces miembro del ‘All-America Research Team’ (literalmente el ‘equipo de analistas del todo-América’), algo así como el ‘Dream Team’ de los analistas de bolsa. En definitiva, el Michael Jordan de la bolsa estadounidense.



Como grande entre los grandes, sus aciertos (predijo el pinchazo de la burbuja punto com) y sus errores (se equivoco en su optimismo con China y con México así como con la subida del petróleo) han sido magnificados por la prensa y la comunidad de profesionales de la inversión de aquel país. Recientemente inició una aventura como gestor de un fondo global, Traxis Partners, en la que también se han cuestionado sus resultados (-31% en 2008 y un -10% hasta hoy frente al S&P 500).



En Noviembre del 2008, Biggs ya apostaba por el optimismo con mayúsculas al pronosticar fuertes subidas (de un 30% a un 50%) en mitad del mercado bajista. A este fenómeno lo llamó ‘la madre de todas las subidas en un mercado a la baja’. Sin embargo, a finales de Febrero Biggs parecía apuntarse al pesimismo dominante fundamentando su sentimiento en tesis más macroeconómicas y sociológicas. Manifestaba entonces que ‘inyectar dinero para solucionar los problemas financieros y apoyar a los codiciosos bancos es lo mismo que tratar de apagar un fuego echándole gasolina’ y que esas políticas culminarían en hiperinflación.



Además, recogía el pensamiento de la ‘Escuela Austriaca’ (Hayek, Hegel y Schumpeter), madre del concepto de la ‘destrucción creativa’, en el que una corta pero muy brusca y severa depresión es la única solución a los ‘superciclos’ de gran crecimiento y endeudamiento. También se hacía eco de la interesante filosofía de otro inversor y gurú, George Soros, que mantiene que durante milenios y en distintas civilizaciones, los grandes ciclos de abundancia duran dos generaciones o 60 años y degeneran, debido a la corrupción y a la envidia que engendran, en una masiva destrucción de riqueza. Nuestro ciclo comenzó tras la II guerra Mundial y culminó en 2007.



Cuatro razones para la alegría



La sorprendente vuelta a la euforia de Biggs ocurre aun cuando dos hechos apuntalan el pesimismo. El primero, el empinado deterioro de los datos macro de todas las economías mundiales. Y el segundo, la calificada como política impositiva populista del presidente Obama. Biggs da cuatro razones para la alegría inversora:



1.- Las autoridades económicas han aprendido de los errores de 1929 en los EE.UU. y de 1990 en Japón y han reaccionado antes con poderosas acciones de política fiscal y monetaria. En la segunda mitad de este año la economía americana añadirá un 4% de crecimiento por el estímulo de las políticas fiscales.



2.- La caída de las bolsas mundiales corregida por la inflación ha sido de más de un 60% desde el 2000. Todas las malas noticias parecen ya descontadas. Dado que los bonos del tesoro norteamericano han dado una mayor rentabilidad que las acciones durante los últimos diez años (volviendo a un ratio que no se veía desde 1980) y siendo esto anormal en una perspectiva histórica, nuestro estratega recomienda volver a la bolsa. La ingente cantidad de dinero emitida en los últimos meses restará atractivo a los bonos.



3.- Las acciones están muy baratas en términos absolutos y en relación a los niveles de inflación y de tipos de interés. Al mismo tiempo, son muy bajos el PER del S&P 500 (9 con beneficios empresariales deprimidos) y los ratios de valoración versus valor en libros y versus ventas de las empresas. Estos dos últimos indicadores han sido útiles guías para invertir en el pasado y muestran el atractivo de la bolsa.



4.- El pesimismo esta en sus máximos históricos, superando incluso el existente en 1974 cuando América perdió la guerra de Vietnam y dimitió Nixon. Los niveles de inversión en mercados monetarios a corto han alcanzado un record equivalente al 43% de la capitalización de la bolsa. Los ‘hedge-funds’ acumulan niveles de caja nunca vistos. En este entorno actuar a la contra produce ganancias ya que lo peor está descontado y ninguna noticia puede ser peor de lo esperado. Hay algunos indicadores económicos positivos como la subida en China del índice de gestores de compras (PMI), compraventas de casas en los EE.UU. y el plan de Obama para la re-estructuración de créditos hipotecarios.



Finalmente, Biggs en su artículo apunta a la sabiduría popular citando a Bernard Baruch quien en 1932 en el prologó al libro de Charles Mackay “Extraordinarias alucinaciones populares y locura de las masas"” dijo que el desastre de 1929 se pudiera haber evitado si los inversores hubieran repetido como un mantra que ‘dos mas dos son cuatro’. También dijo que a veces nos parece que algunas caídas no tienen fin pero que siempre lo tienen. O como dice la sabiduría popular, ‘nunca llovió que no parara’. Aunque a Noé (por cierto, significa consuelo en hebreo) le pudiera parecer lo contrario.

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