viernes, 19 de junio de 2009

CONSUMO Y OCUPACION

Globo Hace poco, en una conferencia que ofrecí en una universidad andaluza dije que al que me acusara de pesimista lo acribillaba a ideas. Traducir los entrelineados de la información económica y descubrir que se nos ocultan cosas no es hacer lecturas interesadas de la realidad buscando malas noticias sino todo lo contrario, es el método que utilizo para aportar ideas realistas acerca de cómo salir de todo esto. Está claro que quedarnos en el pesimismo no ayudará a una recuperación que aun tardará mucho en llegar, pero lo ilusorio y la mentira sistemática en color pastel ayuda mucho menos.

La economía de nuestro país debe reforzar su industria y sus exportaciones pero nada hace presagiar que eso pueda pasar en los próximos años. No puede ser que se pretenda seguir basando el modelo de creación de empleo en los servicios y la construcción. Por eso es determinante que todos los que emprendemos jugándonos nuestro patrimonio creando ocupación, sepamos hasta que punto las ayudas del gobierno a la industria se canalizan adecuadamente y llegan a las empresas para crear empleo e impulsar un consumo sostenible.

Ingentes cantidades de dinero para obras menores municipales o para subvencionar la fabricación de un coche no aportan valor estructural sino empleo puntual y, lo que es peor, no me garantiza como emprendedor que mi esfuerzo esté siendo valorado y protegido. La verdad es que las decisiones de nuestros gobernantes son erráticas y preocupan por la improvisación que reflejan. El hombre que negó la crisis y sus repercusiones durante dos años es quien debe sacarnos de ella. Parece difícil que eso pueda pasar y además la historia juzgará en su medida a quien, por esa irresponsabilidad, provocó que nuestro drama fuera mucho mayor del que nos tocaba en realidad. Por cierto la historia juzgará también a su oposición por ser incapaz de ofrecer nada al respecto y apuntarse a la evidencia en lugar de haberse adelantado en su día.

Por eso, y en ese sentido, lo importante no es saber cuando saldremos de la crisis sino de que modo. Debemos intentar sobrevivir en el momento que la tormenta nos arrecie con más fuerza, pero también es nuestra obligación empezar a pensar en cuando todo esto amaine. Esperar que nuestros gobernantes tengan en consideración algunas premisas básicas y estratégicas es cuanto me preocupa ahora.

Resumiendo son dos aspectos muy generales que me quitan el poco sueño que suelo tener. Es preciso evitar errores como no tomar medidas contra el paro a medio y largo plazo y sólo acudir a la gestación de empleo temporal y de poca continuidad atendiendo a un interés por acentuar el consumo rápido. Ninguna sociedad puede tener progreso y equilibrio cuando cuenta con nuestras tasas de desempleo. Y en segundo término, y en contraposición al pensamiento general que determina una ecuación simple en la que a más ocupación más consumo y a más consumo mayor liquidez como elemento crucial para salir de la crisis, nos podemos encontrar con un problema inesperado de falta de consumo aunque mejore la economía.

Los consumidores, por norma, se entregan a ciclos largos de gasto que van seguidos de otros periodos también largos de ahorro en los que reposan. Tras quince años de consumo enloquecido, los españoles están saciados, lo que explicaría la anorexia económica y su deflación derivada. El consumidor se ha vuelto oportunista y sabe que esperando, obtendrá la mercancía a un precio mucho más asequible. Si bien ahora hablamos de crisis de financiación, no podría ser que si volviera a hacerse posible el crédito con mayor flexibilidad, ¿el consumo ya no volvería a ser como antes?

En cualquiera de los casos será imprescindible que en las fases de gasto futuras, los consumidores dejen de utilizar el crecimiento de valor de su riqueza inmovilizada para conseguir endeudarse más como una alternativa al ahorro. Algo que siempre funcionó de un modo poco convencional puede ser toxico para una fase de recuperación aun lejana.

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